Deshazte de todos los rencores y los malos pensamientos que han estado alimentando el interior de tu corazón. Ya sea que la gente te haya hecho daño o no, deja de lado ese rencor que solo puede afectar a una persona: a ti misma.
Deja que tu corazón esté limpio para que puedas crecer y madurar hasta convertirte en una mujer de Dios, y así te comenzará a gustar lo que ves proyectado en el espejo.
Es una lástima ver a una mujer frunciendo el ceño, con cara larga y peor aún es vivir con ella.
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