domingo, 22 de enero de 2012

Decisiones precipitadas


Cuenta la historia que había un leñador, que todos los días salía para cortar leña bien temprano.
El tenía un niño muy hermoso que se quedaba en la casa, juntamente con su mascota, un perro Pitbull de total confianza del Leñador.

Todos los días que el salía para trabajar dejaba el perro cuidando del niño.
Cuando regresaba por la noche el perro venia con total alegría para recibirlo, saltando y moviendo la cola.
Sin embargo los vecinos decían que aquel perro era muy peligroso y que cualquier momento el podría atacar la criatura, pues era un animal salvaje.
El leñador contestaba; ustedes no saben lo que hablan, mi perrito es de total confianza.

Cierto día el leñador llega cansado de su trabajo y cansado también de tanto alboroto de los vecino hablandole del peligro del Pitbull, y justo encuentra el perro en la entrada de la casa muy feliz, moviendo la colita como siempre, pero esta vez había algo diferente, la boca del perro estaba toda ensangrentada…

El leñador movido por una ira, no penso, tomo el hacha y termino con la vida del perro.
Cuando entro en el cuarto, el niño estaba dormido y había al lado de la cuna una serpiente muerta.

El leñador enterró el Pitbull y el hacha juntos.

Moraleja de la historia:

No se deje influenciar por las demás personas.
Y no tome ninguna actitud precipitada.
Principalmente si es movida por una emoción ó un sentimiento.
Peor aún si es el sentimiento de ira.


El necio da rienda suelta a toda su ira, Mas el sabio al fin la sosiega.
Proverbios 29:11

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